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Un día sin suerte

Por: Manuela Sánchez

Es tarde de nuevo, esta vez no me lo va  a perdonar, piensa Antonella mientras maneja de prisa a esa cita tan importante.
Un camión frena justo delante de ella, varios hombres bajan de él para colocar conos de señalización, dias anteriores el alcalde de la ciudad había notificado que iban a comenzar la repavimentación de la vía, así que los obreros descargan arena y piedra.
No podía ser a otra hora del día, justo cuando voy pasando y estando tan apurada, esto sólo me pasa a mí, dice Antonella mientras golpea con sus manos el volante del auto.
Los obreros, subidos en la parte trasera del camión otras en mano poco a poco van descargando la primera parte de la carga, mientras de vez en cuando se detienen a hacerse algún comentario mientras sueltan carcajadas y se secan el sudor de la frente con el antebrazo.
¡Vamos… Vamos… No puedo darme el lujo de llegar tarde otra vez! Grita Antonella dentro del auto ya un tanto más ansiosa. Esta vez no me creerá lo que sucede, tantas excusas he dado ya que pensará que estoy mintiendo. Intentaré tomar una foto para poder tener evidencias de que es cierto.
Saca el celular para poder fotografiar el trabajo en las vías, solo para darse cuenta de que no tiene baterías y que nada puede hacer al respecto.
Ni si quiera puedo llamar para avisar que estoy atorada en el tráfico, no me creerá, no me lo perdonará.
Gotas comienzan a golpear el techo del auto, lo que faltaba, lluvia…
Al mirar a la derecha de donde esta ubicada logra mirar que un hidrante de la compañia de agua había sido embestido por la máquina retroexcavadora que viene a levantar la capa asfáltica antes de colocar la nueva; en medio de la acera varios niños aprovechan la fuente que se ha creado para saltar en los charcos haciendo un festejo, como solo los niños pueden hacerlo, mirando hacia el cielo el arco iris que se ha creado.
Antonella se queda absorta observando la felicidad de aquellos niños, incluso por un momento se ha olvidado de la cita, el arco iris refleja sobre el parabrisas de su auto haciendola mirar hacia el frente y volver a topar la mirada con el camión descargando y recordar de nuevo que esta retrasada.
Respira profundo y decide que es mejor girar en U y buscar una vía alterna, a sabiendas de que cometería una infracción, pone en marcha el motor del auto, coloca la primera velocidad y acelerar de golpe haciendo que los neumáticos deslizaran sobre el asfalto mojad, pasó sobre un paso peatonal y fue a dar al canal contrario, como se lo había imaginado.
Con una sonrisa en el rostro por haber logrado salir del sitio donde había estado atascada se encuentra de frente con una patrulla de policías que ha visto desde la otra acera la hazaña que Antonella acaba de hacer.
El oficial con cara de decepcionado baja de la patrulla y se dirige a donde se encuentra Antonella con la frente apoyada sobre el volante lamentándose de toda la situación.
Un gato negro pasa delante del auto de Antonella, mirándola con los grandes ojos amarillos, y ella mirándolo de vuelta con los ojos llenos de lágrimas piensa, «si, definitivamente hoy no es mi día de suerte».

Publicado por Escritosoriginalesmanu

Hija, esposa, madre, docente de ❤ escritora en proceso, amante de la naturaleza, confío en un cambio intrínseco de la humanidad

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