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Caos de Mérida, ficción de una realidad

El Estado Mérida es uno de los más hermosos de Venezuela, generalmente su clima es frío y seco, tal como lo es cualquier zona alta de páramo.

Cierto día, un terrible aguacero como traído por los dioses más temibles del Olimpo llegó al lugar.
Los primeros días de lluvia las personas de la zona agradecían el agua que caía del cielo, las ninfas de la lluvia estaban haciendo muy bien su trabajo, porque finalmente después de tantos meses de sequía, las montañas estaban siendo bañadas por un agua clara que las refrescaba, los ríos poco a poco se fueron llenando de nuevo y surtiendo a las comunidades que vivían en el valle, las personas felices saltaban de alegría y agradecían por la lluvia.
Pronto las ninfas fueron sacadas de su lugar por la serpiente gigante que vivía en lo alto de las montañas, el agradecimiento se volvió un cuestionamiento, ¿será que va a seguir lloviendo? O ¿hasta cuando va a llover?

Los seres humanos solemos ser muy inconformes, queremos algo, pedimos a Dios por ello y cuando nos llega pedimos a Dios que lo quite y traiga algo más, en este caso los habitantes de la zona pedían sol.
El frío aliento de la serpiente gigante que observaba desde lo alto de las montañas se fue apoderando de ellos poco a poco, que con el paso de las horas la lluvia no cesaba, y pronto el arroyo que surtia de agua fue creciendo, las laderas de las montañas, ya cargadas de tanta agua, comenzaron a desplomarse, llevando a su paso todo aquello que encontraron, aquel gigante que vivía en las faldas de la montaña había despertado y furiosamente con pasos fuertes iba destruyendo las aldeas.
Con un manotón hizo que el agua bajara con más fuerza, las montañas se vistieron de blanco y por sus faldas caían cascadas, haciendo que se vieran más imponentes y grandes, los habitantes no sabían que hacer para controlar la ira de la naturaleza, cada cosa que hacemos en ella tiene un efecto en nosotros, es un ciclo que debemos comprender, cada paso que damos, cada pequeño trozo que cambiamos en la tierra tendrá una gran repercusión para la humanidad.
Los ríos crecieron tanto que las ninfas del agua no podían controlarlos ya y la serpiente gigante desde la cima del pico más alto seguía soplando con fuerza, mientras el gigante continuaba avanzando hacia la aldea con la plena convicción de que había que destruir todo lo que el hombre había construido, al fin y al cabo, nada de eso debía estar ahí, solo la naturaleza de la cual estos seres magníficos formaban parte.
Las casas pronto estaban casi cubiertas con el agua, las calles ya no eran calles, eran ríos enormes que llevaban con ellos carros, árboles y todo aquello que estuviese a su paso, las personas corrían despavoridas intentando escapar de aquel afluente, que ni era solo agua, sino tierra, piedras y trozos de todo aquello que había estado en el camino del gigante.
Muchos lograron huir de aquella desgracia, subiendo a los techos de las casas y buscando refugio en lugares donde el agua no llegase, incluso las pobres ninfas del agua, que tan bien habían hecho su trabajo al inicio del día, fueron con las personas a buscar refugio de la tempestad, aun en los techos esperan ser rescatados, mientras las ninfas se esconden entre los habitantes buscando calor para reponerse del frío aliento de la serpiente y los estragos del paso del gigante.

Mérida, ficción de una realidad ~Manuela Sánchez

Publicado por Escritosoriginalesmanu

Hija, esposa, madre, docente de ❤ escritora en proceso, amante de la naturaleza, confío en un cambio intrínseco de la humanidad

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