
Hoy quiero presentarles a otra colaboradora, gran amiga de hace muchos años y quien recientemente descubrió sus grandes capacidades como escritora Novel, mi estimada Nilsen Lares, con este relato «El Gran Amor» Se estrena en el blog. Bienvenida y gracias por tus aportes que son maravillosos.
El gran amor.
-Nilsen Lares
En esos tiempos de amores de la juventud, Paula, en su adolescencia, comenzó su primera relación de noviazgo, de esas relaciones más puras e inocentes que vivimos una vez en la vida, de esas historias del primer amor, cuando se entrega todo el corazón, en tiempos fugaces. Conoció su verdadero amor muy temprano, el universo los hizo coincidir cuando la madurez brillaba por su ausencia, ellos se conocieron desde niños, porque sus padres eran amigos. En todo viaje de paseo, idas al club, o a una fiesta, se veían. Crecieron y se dio el desenlace de esa historia de amor…
Una tarde, Paula me escribe por el chat para encontrarnos en un café de Las Mercedes, en Caracas porque estaba en Venezuela, en mi país por unos días, fuí a hacer unos trámites de venta de las propiedades de mis padres que viven en Madrid, por ser su apoderada legal y por cuestiones de la edad ellos no quisieron hacer ese papeleo, me aproveché de la situación para tener una excusa para viajar a Venezuela. Pau, me escribe para invitarme a un encuentro de amigas. Salí desde Macaracuay hasta el lugar acordado para vernos después de tanto tiempo y tomarnos un café, entre charlas y recuerdos, se acerca el mesonero y le pedí un latte vainilla y ella un skinny caramel macchiato, al que le agregó jarabe de amaretto, su preferido.
Teníamos muchos años sin vernos, imagínate, Paula es amiga mía desde que teníamos siete años, pasados treinta años nos reencontramos. Mi Pau y yo estudiamos desde primaría hasta la universidad, cursamos la misma carrera, nos graduamos de Médico Cirujano en la Universidad Central de Venezuela, por como se mueve la vida y eso del destino, yo me enamoré de un Inglés que conocí en Mérida, en ese viaje que hice por los páramos de mi tierra, fue la mejor oportunidad que se me presentó por haber tomado la iniciativa de darme un viaje sola, para encontrarme conmigo misma, estaba pasando por tiempos difíciles. Mi mayor sorpresa es que conocí a Felipe. ¿Quién no se iba a enamorar entre esos paisajes? Unas montañas llenas de frailejones, escarchadas por los destellos de nieve, un fenómeno natural que ocurriría para esa época del año, con bebida de chocolate caliente en mano, arepas andinas y truchas que pescaba mi Inglés en los espacios habilitados para la truchicultura. Desde mi pensamiento lo admiraba; recuerdo que le encantó la chicha fermentada y el miche. Entre tantas cosas, la amabilidad de los merideños lo tenían más enamorado de Venezuela que de mí.
Ese viaje se llenó de paseos en motos de cuatro ruedas, a caballo, vestidos con ruanas, viajes al teleférico y a los picos, y de aquella magia que surgió entre nosotros.
Nos enamoramos, y me fuí a vivir a Inglaterra con él, pero nunca me logré desarraigar de mi terruño. Mantuve el contacto con mi familia a quienes día tras día extrañé con locura y también lo mantuve con mis amistades que se vuelvieron familia. Me hacían tanta falta en ese proceso de adaptación a la cultura europea, los ingleses eran un poco distantes para crear amistades con extraños. Entre esas, a quien más extrañé era a mi Pau, mi amiga y hermana de vida. Por cuestiones de trabajo y responsabilidades no pude volver a mi país, sino hasta ahora.
Estando en el café, comenzamos a conversar y a contarnos de lo que hemos hecho con nuestras vidas, lo mío fue un cuento breve, realmente mi historia era monótona y cuadrada, pero feliz y muy bonita; viviendo mi matrimonio con un hombre responsable, estable económicamente, amoroso, dulce, atento, amable, cariñoso, respetuoso y complaciente de todos mis caprichos.¿Qué más podía pedirle a la vida?
Pedimos unas copas de vino, yo pedí cabernet, y ella tempranillo, nos pusimos al día, mi amiga estaba en proceso de divorcio, -su tercer divorcio-, en temas del amor no funcionaba. Los médicos tienen un transitar profesional muy entregado a sus pacientes más que a cualquier otro ámbito, y eso hacía que sus relaciones fueran fallidas. ¡Sabes, cuestiones de prioridad! Su vida la dedicó de hospital en hospital, de guardia en guardia, no tenía tiempo suficiente para amar a una pareja, pero si para amar a su vocación. Entramos en una conversación más del pasado, que del presente o del futuro. ¡Claro! Era el tiempo que compartimos juntas ¿Qué otra cosa íbamos a recordar?
Le dije: Pauuu, aquí repasando lo que recuerdo de nuestras vivencias, y de lo que me cuentas de tu fracaso en tu vida de pareja, viene a mi mente cuando te hiciste novia de Emilio Antonio. ¡Él si que te amaba, estaba realmente enamorado!
¡Qué buena memoria tienes! Le dice Vero, ¿y Emilio? le pregunta: ¿Por qué decidiste dejarlo? Ella respondió: Emilio Antonio tenía solo dieciocho años cuando terminamos nuestra relación, en ese entonces apenas mi carrera de medicina estaba comenzando, tú más que nadie sabes el esfuerzo y el tiempo que dedicamos a la universidad, él se fue a estudiar hotelería a la Isla de Margarita, eso terminó no porque nosotros quisimos sino por razones de estudio, y él siempre me culpó de ese fracaso. Amiga, Emi y yo aún mantenemos contacto, se fue a vivir a República Dominicana donde gerencia una cadena de hoteles. Él es impredecible, porque me escribió en el dos mil doce, solo para enviarme una canción que me dedicó cuando tenía dieciséis años, después se lo tragó la tierra hasta el dos mil dieciocho que me volvió escribir estando ebrio, me decía: Pau, me acuerdo cada instante lo que he vivido desde que estoy sin tí, me acuerdo de nuestros primeros besos los más tiernos que he recibido, esos que se convirtieron en fuego para llevarnos a la intimidad. Me acuerdo aquella primera vez que hicimos el amor, nos escapamos y nos fuimos a la cancha, ¿Recuerdas el césped debajo de las gradas y con el cielo estrellado?, tú temblando de miedo por perder tu inocencia, y yo también, me acuerdo que también fue mi primera vez, no te lo dije por eso de que los hombres nunca hablan de su primera vez. Me acuerdo que lloraste, y me abrazaste, me acuerdo que te prometí que nunca te dejaría, me acuerdo que te juré estar contigo siempre, me acuerdo que me dijiste que confiarías en mí, me acuerdo que quería cuidarte, me acuerdo que eras mi princesa, me acuerdo que te regalé la luna tantas veces y otras unas estrellas, me acuerdo de tu ombligo adolescente, me acuerdo que fuiste tú quien decidió ya no más, me acuerdo que han pasado décadas de no volverte a ver, me acuerdo que si fuera por mí, tú hoy estarías a mi lado, me acuerdo que no puedo olvidarte, me acuerdo que te lloré un río, me acuerdo que me dolió tu ausencia, me acuerdo mi despecho, me acuerdo que no te importó, me acuerdo que aún así te amé y te sigo amando, me acuerdo verte casar con otro, me acuerdo verte divorciar, me acuerdo que también me casé y también me divorcié, me acuerdo que tú no eres para nadie más, porque somos uno del otro, me acuerdo que la vida nos va a volver a encontrar, en esta o en la otra, pero me acuerdo, me acuerdo de tí, tú mi gran amor.
Verónica lloró con Paula, las copas de vino estaban surtiendo efecto, y tomó su teléfono y le escribió después de cuatro años sin saber de él, se basó en aquella confesión donde Emilio desnudó su silencio.
Ni lo saludó, solo le envío una canción que ella le dedicó en aquel tiempo de amores, y le siguió el hilo del último chat que habían tenido; me acuerdo de tu sonrisa pícara, me acuerdo de tus abrazos calentitos, me acuerdo de tus serenatas por el balcón, me acuerdo de tu ronca voz, me acuerdo de nuestras promesas, me acuerdo que fuí una tonta niña al dejarte ir, me acuerdo de tus detalles, me acuerdo de tu atención, me acuerdo de tu caballerosidad, me acuerdo de tu aliento, me acuerdo de tu perfume, me acuerdo que he pagado caro tu ausencia desde que ya no estás, me acuerdo que nadie es como tú, me acuerdo que un amor así es irrepetible, me acuerdo que por la inmadurez te perdí, pero me acuerdo que me dijiste que siempre estarías para mí. -¡Aquí estoy!-
Se hizo tarde… pagamos la cuenta, las dos teníamos que conducir nuestros autos y no queríamos pasarnos de tragos, nos despedimos hasta nuevo aviso, yo tenía que ir de vuelta a Inglaterra y ella se quedó esperando la respuesta de Emilio…
Pasados tres meses y sentada aquí en mi sofá, me acuerdo que él una vez me dijo que Paula sería su eterno gran amor y que la buscaría tarde o temprano, que todo lleva su tiempo, que después del sufrimiento llegaría el momento de estar juntos y ser felices, me acuerdo, eso me acuerdo…
Gracias por leerme y por publicarlo.
Me gustaLe gusta a 1 persona
Amiga, gracias a tí por colaborar con el blog, eres bienvenida y aquí estamos con ganas de leer las próximas publicaciones con tus relatos. Eres una excelente escritora aunque tu profesion sea otra. Te felicito por atreverte a escribir y a publicar tus escritos. Nos seguimos leyendo 🥰
Me gustaLe gusta a 1 persona
Yo conozco a Emilio Antonio 😉, espectacular relato
Me gustaLe gusta a 2 personas
Yo creo que también lo conozco… A mi también me gustó mucho
Me gustaLe gusta a 1 persona
Quizá es momento de olvidar para encontrar la paz.
Me gustaLe gusta a 2 personas